sábado, 6 de diciembre de 2008

La muerte


La muerte y la angustia

La muerte entendida como un fin total, es un concepto vacío, ni siquiera podemos imaginarla nuestra, la muerte es siempre la muerte de los demás. En el transcurso de la historia humana, todas las culturas, todas las religiones establecidas, todos los ateísmos e incluso los ignorantes, han sentido la angustia de la muerte.

¿De dónde proviene la angustia de la muerte? Es cierto que existen agonías que pueden confundirse con un orgasmo. Algunos hombres que pasaron la vida temiendo a la muerte, le sonrieron cuando llegó su última hora. Conocida es la "placidez de los moribundos", cuando ceden a su inútil rebeldía y dejan de oponerse a las leyes de la especie.


En la infancia se encuentra el origen de la angustia ante la muerte en el sentimiento de inseguridad. Ante cada cambio, cada situación desconocida, cada misterio, reaparece la angustia primordial. Pocos hombres soportan la soledad y de todas las situaciones desconocidas, la más desconocida es la muerte. De todos los misterios, el más extraño es el mundo invisible, el mundo de los espectros, donde no hay contactos.

En ciertas experiencias en las cuales se encuentra en peligro el cuerpo, el hombre se angustia porque su personalidad se encuentra en riesgo,

En ciertas formas de experiencia, sentimos nuestra personalización como atascada, rota, ahogada por nuestra corporeidad. Entonces, la muerte debe aparecer ante nosotros como la destrucción de la persona misma. Ésta última no parece ser más que el humo del fuego vital alimentado con la realidad dura y sólida del cuerpo vivo. Si, en este instante, nos representamos la realidad corporal de nuestra vida como destruida, la persona parece tener que aniquilarse, que disolverse, porque carece visiblemente de una fuerza central propia. Cuando el hombre se capta en este estado, la angustia de la muerte, tan distinta del miedo vital, llega a su punto culminante. Ahora bien, el espíritu personal se concentra en esta misma angustia. Esta angustia es el temblor de la persona ante un abandono metafísico, abandono en el que ya se ve, por una anticipación del fin de la vida corporal.

Más allá de lo psicológico:

Ante todos los enigmas que plantea la muerte, es difícil permanecer sólo en el plano psicológico. Si se ignora por ejemplo, el contexto filosófico o religioso de un paciente, sera imposible decidir si su angustia de la muerte es neurótica o normal.

Incluso las cuestiones de apariencia psicológica:
¿Seguiré siendo yo mismo? ¿Me llevaré mi personalidad, todo lo que soy, todo lo que sé? ¿O bien tendré que despojarme gradualmente, para alcanzar la vida eterna, de todo lo que es yo?

En un intento por penetrar el secreto de la muerte, algunos psiquiatras y psicólogos, desde principios de los años setenta, se esforzaron por recoger la mayor cantidad de información de las personas que habían.

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